E incluso la policía suele dejar tranquilos a los negocios sexuales claramente ilegales pero que no causan problemas. Si habéis vivido en Japón, sabéis a qué me refiero, porque bajar a mirar si tienes correo y encontrarte el buzón lleno de publicidad sexual no tiene precio. De hecho, el papel principal de la mujer en la industria sexual japonesa es el de empleada. De esta forma esta industria se aprovecha de mujeres que no tienen ni un yen para sobrevivir y que suelen ser extranjeras que han entrado de forma ilegal en el país generalmente tailandesas o filipinas.
Algunos de estos servicios son ya antiguos y han perdido algo de vigor, sobre todo a medida que las leyes se van endureciendo para frenar este tipo de negocios, principalmente los negocios JK. El negocio consiste en que un hombre ya adulto dé un paseo con una jovencita estudiante de instituto.
El paseo, claro, no es inocente y suele acabar en una sala privada de un karaoke o en un cubículo de un manga café, donde puede haber relaciones sexuales de varios tipos. Este novedoso tipo de negocio saltó a los medios de comunicación en mayo de , cuando la policía cerró un negocio en Ikebukuro Tokio y arrestó a sus responsables, en el que muchachas menores de 18 años se dedicaban a hacer grullas de origami.
Al otro lado de la habitación donde se encontraban estas chicas había hombres que pagaban yenes por poder mirar las bragas de estas muchachas durante 40 minutos , a través de espejos unidireccionales. Y al parecer, aunque teóricamente no había contacto entre las chicas y los clientes, estos podían pagar un dinero extra para que el espejo se abriera y así poder tocar las piernas de las chicas. Todo muy asqueroso, como podéis ver. Son muy caros , ya que los precios para sesiones de entre una y dos horas pueden variar entre 25 y yenes entre y euros.
Al cabo de un tiempo, normalmente unos 10 minutos, se acerca otra empleada diferente para hacer exactamente lo mismo, y así sucesivamente hasta agotar el bono de sesiones que el cliente haya comprado. En una encuesta realizada entonces por la Agencia Nacional de Policía, la cuarta parte de las colegialas encuestadas, de entre 12 y 15 años, reconocían que habían llamado a estos clubes al menos una vez. Es entonces el hombre el que intenta conseguir la cita con la chica.
De hecho, en el popular dorama GTO o Great Teacher Onizuka , en el episodio 7 el protagonista se deja convencer por su amigo policía de ir a uno de estos clubes, y el amigo le intenta quitar de la cabeza que sea algo malo. Luego, la chica que llama es una de sus alumnas y ahí comienzan los quebraderos de cabeza para el protagonista. Otra muestra de estos clubes en la gran pantalla la podéis encontrar en la película Eat the Schoolgirl Kogyaru-gui: Osaka terekura hen , en su título original , que no recomiendo para estómagos sensibles y en la que los dos protagonistas son adictos al sexo y uno de ellos, en concreto, al sexo telefónico, con lo que es cliente habitual de estos terekura.
Si queréis otra serie o dorama japonés donde se muestren estos clubes, podéis apuntaros IWGP o Ikebukuro West Gate Park , donde se habla de la mafia, de los problemas sociales y de la cultura sexual japonesa, como las citas compensadas o los terekura. Este tipo de negocio ha experimentado un gran crecimiento porque la inversión necesaria es bastante baja si lo comparamos con el resto de negocios del mismo ramo: El propietario del negocio llama a sus empleadas sólo cuando las necesita y no hay costes de alquiler de oficina.
La familia sacaba un beneficio y quedaba tranquila pensando que las condiciones de vida que tendría su hija serían mejores que las que ellos pudieran darles. Esta idea era un sueño que muy pocas veces se cumplía y las chicas se veían inmersas en situaciones que hoy calificaríamos de esclavitud sexual y abuso infantil. Las normas de la era Edo alcanzaron también a la prostitución, que era una institución socialmente aceptada y al alcance de todas las clases sociales.
Debía restringirse a unos barrios determinados en las grandes ciudades. Para garantizar el orden en esos barrios se rodeaban de muros altos rodeados por un foso. A las mujeres de la ciudad se les prohibía entrar en esas zonas y a las prostitutas se les prohibía terminantemente salir del barrio. Si alguna lo hacía era castigada con extrema dureza , golpeadas y torturadas en muchos casos hasta la muerte. Se dictaron normas para ellas incluso en el vestir y el maquillaje y por ejemplo se les prohibía usar calcetines incluso en invierno, teniendo la obligación de llevar los pies pintados de blanco y con las uñas rojas.
Para llegar se cruzaba un puente levadizo y se entraba en un mundo de casas extraordinariamente iluminadas y atractivas para llamar la atención de los clientes. Muy pocas niñas llegaban a triunfar en esos barrios de lujo y lo normal es que acabaran en burdeles de bajo rango donde sus condiciones de trabajo eran horrorosas.
Solían fallecer jóvenes ya que, aunque tenían centros de salud a los que podían acudir, solían contraer enfermedades venéreas que con frecuencia las conducían a la muerte. Los abortos llevados a cabo en pésimas condiciones por curanderos, también se cobraban muchas vidas entre estas pobres chicas y las que sobrevivían a todos estos horrores, incapaces de resistir la vida en esas condiciones, muchas veces recurrían al suicidio. Recibir un email con los siguientes comentarios a esta entrada.
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